EL CENTRO DEL UNIVERSO "Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres. Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces: Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó? La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual. El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín. Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o s
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ENTRE LA LOCURA Y LA CORDURA
ENTRE LA LOCURA Y LA CORDURA “Como buena psicóloga que era, ella sabía que la locura no se podía explicar en términos absolutos, sino que lo mejor era dibujar una línea y poner en un extremo la cordura y, en el otro, la locura. Ese sistema le permitía ubicar a cada uno de sus pacientes en un lugar de esa línea. Unos se encontraban más en el centro, otros con tendencia hacia un extremo y, otros, con tendencia hacia el extremo opuesto. Además, no siempre se mantenían en la misma posición, en función de las circunstancias de cada uno, estos se iban moviendo por esa línea a lo largo de su vida. Por tanto, la locura era algo relativo, relativo a cada persona y sus circunstancias. Pero, ¿existía un punto exacto de equilibrio para ella misma? Pues sí, era aquel en el que se posicionaba en cada momento, porque a veces se subía sobre esa línea cual equilibrista, otras veces la utilizaba para saltar a la comba, había ocasiones en que hacía un lazo al estilo del oeste y lo lanzaba al vient
BUSCATE LA VIDA El ser humano es gregario y altamente social. Desde el comienzo de su existencia, el hombre ha tenido que aprender que su supervivencia depende de la colaboración y cooperación con otros. La práctica del ensayo y error se convirtió en los primeros métodos de aprendizaje social y de escuela de la vida. Imaginemos a nuestros padres cavernícolas buscando sobrevivir a las inclemencias de la naturaleza y el tiempo. Con sus escasos conocimientos y herramientas, actuando de manera desorganizada y bajo la necesidad perentoria del hambre y la seguridad. A más de uno se lo comerían las fieras por intentar atraparlas, hasta que, posiblemente entre todos se dieron cuenta de lo potente que sería para ellos trabajar en equipo. Provechoso aquel que se percató que podría utilizar las pieles de esas fieras y protegerse de la intemperie, convirtiéndose en el primer gran diseñador de modas. Cuantas indigestiones se provocarían al probar diferentes hierbas, ramas y semillas, hasta encontr
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